domingo, 22 de julio de 2018

Un Lugar Tranquilo (2018)

Creo que deberíamos felicitarnos todos, o por lo menos los fans del género de terror, por la excelente racha de peliculones que estamos viendo últimamente. No, en serio. Mientras que hace años (¿décadas ya?) que sólo podían verse múltiples versiones o copias del slasher de moda, los últimos años estamos viendo como muchos productores y directores se retuercen las neuronas para sacar productos de calidad. Que no tienen que ser originales de por sí, pero aunque te expliquen cosas que podrías haber visto antes de forma parecida, lo hacen con un detalle y una calidad que no puedes más que darlas por buenas. E incluso por buenísimas. Como ésta.


A Quite Place es la tercera película que dirige el actor (y protagonista de esta misma película) John Krasinski, que por cierto, comparte protagonismo con su mujer en la vida real, la actriz Emily Blunt. 

La historia es sencilla de introducir. Una familia sobrevive en un mundo post apocalíptico en el que la mayoría de la población ha desaparecido presa de unos ¿aliens? ¿monstruos? muy veloces y peligrosos, que aunque ciegos cuentan con un oído extremadamente agudo. Ahora los pocos supervivientes que quedan se ven obligados a subsistir en un día a día de silencio casi absoluto.

Ni que decir tiene que sólo el hecho de que la historia transcurra en un silencio prácticamente constante ya crea una atmósfera de tensión que sobrepasa a la misma película. Estoy seguro que en las sesiones de esta película en el cine, si a alguien le llega a sonar el móvil en la sala lo corren a ostias...


La película es perfecta en su ambientación, así como en la actuación de los pocos protagonistas. Todos ellos demuestran su sufrimiento, su angustia, su miedo, todo, con una expresividad arrolladora. Incluso escenas como en la que ambos padres, rotos por el dolor, se agarran el uno al otro para bailar, en silencio, mientras comparten unos viejos auriculares con una canción romántica. Es simplemente preciosa.

Mención especial al personaje de la hija mayor, interpretada por la actiz sorda Millicent Simmons. Según el director, quiso a una actriz que fuera sorda no sólo para no meter la pata con el lenguaje de signos, sino que además quería "incrementar su conocimiento y comprensión de las situaciones (...)". Debo aplaudir esta idea, porque la cotidianidad del lenguaje de signos en el día a día de la familia es perfecto, natural como la misma voz. Algo que a los que no tenemos problemas del habla aun nos sorprende, pero que es la realidad para los que sí sufren este problema. 


No puedo hacer nada más que recomendar esta película al 100%. Tanto la crítica como la taquilla la alabaron desde un primer momento y creo que no es para menos. Todo en ella es una maravilla, la ambientación, la fotografía, las interpretaciones, la música, el sonido. Realmente te pasas una hora y media metido dentro de la película, casi sin atreverte ni a toser. Hay una secuela en marcha, así que veremos a ver si podemos ver avanzar la historia. Esperemos que no caigan en la tentación típica de Hollywood, de venderte lo mismo otra vez pero con más efectos especiales. Pero no seamos malpensados. Peliculón, así que ya sabéis, carpe diem.






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