domingo, 24 de febrero de 2019

Partida: Carcassone

Otra entrada rapidita. El domingo pasado los peques estaban especialmente revolucionados y convenía calmarlos un poco. A la que propusieron jugar a un juego de mesa convino salir rápido al paso: estarían concentrados, quietos alrededor de la mesa y se lo pasarían bien, así que la ocasión la pintaban calva.

Por otro lado, de repente tenía que sacar un juego a la mesa rápido, sin tener dudas de reglas ni tiempo para consultarlas. Así que tiré por un clásico. De hecho, quitando al Colonos de Catán, es el clásico por excelencia, el Carcassone.


Carcassone es uno de los primeros juegos que jugué, probablemente el juego al que más partidas haya hecho en mi vida lúdica y creo que solo dejé de jugar a él cuando las expansiones se volvieron absurdas. En serio, la de la catapulta era para quemar el juego. Como poco. 

Tal era el nivel de aceptación del juego que incluso llegamos a ir de vacaciones a la ciudad francesa del que lleva el nombre el juego, por cierto, una preciosidad de cité medieval. Tengo fotos de un servidor haciendo el meeple (ficha de madera con forma humana) por caminos y plazas, aunque por las caras de los que me rodean, debían entender que hacía el mono cual guiri borrachuzo. Depende de la época del año a la que vayáis, incluso podréis asistir a justas medievales, con caballeros, caballos y lanzas de caballería que se desintegran al impactar con el escudo enemigo. Ah, y un museo de la tortura, chunguísimo como no podía ser de otra manera, pero que es una de esas cosas que hay que ver, por lo menos para ser capaces de entender de verdad lo que significaba vivir en la edad media. Sobretodo si no eras nadie.

Alarma de divagación, vuelvo al tema. Sin embargo, todo esto no quita que el juego en cuestión sea un juegazo y, además, fácil de aprender, incluso para tres enanos.


Cada jugador saca una ficha a ciegas, fichas cuadradas que pueden encajar unas con otras según el dibujo que lleven. Hay caminos (y si al sacarla pones allí un meeple, este será un ladrón), ciudades (ídem con un caballero), campo (ídem con un agricultor) o abadía (un monje). Cada uno de ellos puntúa de una manera diferente, algunos de ellos al acabar la partida (agricultor, dos puntos por ciudad cerrada, ninguno por las abiertas) y el resto cuando se cierra el camino (ladrón, dos puntos por tramos si se cierra, uno si queda abierto), la abadía (un punto por cada ficha que la rodea) o ciudad (dos puntos por ficha de ciudad cerrada de más de dos partes -una por parte si no- añadiendo dos más si la pieza en concreto tiene un escudo).

El "comienso"...
A partir de ahí, trucos varios. Poner muchos agricultores para superar a los de los demás por mayoría a final del juego es buena idea, pero corres el riesgo de quedarte sin meeples para puntuar de otras formas durante la partida. Si la ciudad que construyes comienza a ser importante los demás jugadores tienen tendencia a poner comienzos de otras adyacentes que al final "de forma accidental" suelen unirse provocando que compartáis puntos. Esa clase pullitas de baja intensidad, aquí no te tirarán un meteorito como en Terraforming Mars, pero no faltan picarescas.

Algo le habríamos hecho para que se pusiese así

La cosa se comienza a poner interesante

Típica ciudad "asimilada"

...y el final.


De paso, comentar que esta fue la primera partida a un juego "de mayores" para la calabacilla nº 3. No se si lo entendió todo, pero estaba muy pendiente de la partida y desde luego fue de lo más lúcido:

- Mira, te ha salido un camino. ¿Quieres poner un ladrón?
- (= sí)
- ¿Lo ponemos aquí?
-
- Vale, pues cierras el camino y puntúas 3, ¿sí?
-

No se le escapaba una al tío...

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. (no se puede escribir al levantarse, que nose ve bien el teclado)

    Un anónimo creía, al empezar a leer, que les ibas a dar valium, pero ha visto que estaba equivocado.
    Como experiencia debió ser curiosa, porque (como al ajedrez) es muy fácil jugar al Carcasone, pero no es tan fácil jugar bien. Uno requiere inteligencia y visión estratégica, y el otro mala intención y algo de suerte.
    También he jugado unas cuantas partidas con la Yácona mayor y la pequeña, y se podía "dirigir" para que la Yaconcilla ganase de tanto en tanto sin tener que hacer trampas, decirle donde tirar ni cosas de estas. Buen juego para pequeños. Peligroso juego para adultos competitivos.

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    Respuestas
    1. Mejor que el valium, más barato y va sin receta.

      Estoy muy de acuerdo en todo lo que dices. De hecho, tengo el precedente de la Sra. Lantern que se picó tanto a este juego hace años que acabó jugando online con alemanes, por una web alemana (sin tener ni idea de alemán, claro) y al final los machacaba y todo. Menuda una cuando se le despierta la vena maléfica.

      Para los peques, de momento me centro en que les vayan sonando las reglas (pocas) sepan poner bien las fichas (un lado y otro tienen que "encajar") y poco más. Ese lado retorcido de las putadas indirectas de momento no lo usamos, lo que vamos haciendo es conseguir que el mapa vaya quedando bien y a ningún peque se le queda una catedral o ciudad abierta.

      Vamos, justo lo contrario de lo que haremos dentro de algún tiempo...

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