Hola a todos, de nuevo por aquí escribiendo un post muy de vez en cuando, resistiéndome por los pelos a la inevitable desaparición de los blogs. Mira, cariño que le ha cogido uno a esto después de tantos años.
Hace dos semanas que pudimos retomar un viejo hábito con el amigo JC. Antes de los episodios de las series de moda por streaming, antes de quedar para jgar a juegos de mesa, incluso antes de las frikinights. En una época parece que ya lejana, cuando la Sra. Lantern y un servidor no éramos más que un par de pipiolos jovencillos e inexpertos, JC se compró una Wii. Una cosa extrañísima, pero que se comenzaba a oir mucho por según que ambientes. Una consola "para moverse" y no para estar sentado. Mucha jugabilidad e interactividad. ¿Sería eso posible?
Los tres tuvimos unas semanas muy intensas con esa consola. Los viernes en su casa eran una locura de actividad, volvíamos a casa con los brazos hechos polvo pero la glória henchida de victorias al golf o al ténis del Wii Sports. JC y yo aun aguantamos más nuestros piques, y como ya he relatado en otros posts, tuvimos nuestros momentos de gloria con la sagrada trilogia de Wii Play, Mario Strikers Charged Football y Guitar Hero III.
Algo más de 15 años más tarde, la Wii de JC se vendió sin piedad (JC y la tecnologia es un poco como el Barça y sus fichajes, no hay piedad si necesitas pasta para el siguiente, y si no es el caso, tampoco) y mi vieja consola Wii, mi única consola desde mi pretérita Master System II, seguía conectada a la tele, criando polvo (metaforicamente, que la limpio). Sí, algún dia jugábamos con los peques, pero como aun eran pequeños y en casa no queríamos excesivas dependencias a videojuegos, lo hacíamos de forma controlada y bajo ciertas reglas. No tenemos problemas con los videojuegos, pero tampoco empujamos a los niños a que se vicien con ellos. Control.
Sí, sí.
Ayer ya fue la segunda sesión de vicio-sin-control-ni-pollas de un servidor vs. JC. Con los niños ya a dormir (y mi señora esposa también, que es madrugadora y se duerme tempranito) JC y yo hemos retomado el pique. No deja de ser curioso como teníamos los controles olvidados de los juegos (Mario Strikers es relativamente sencillo de controlar, pero el GHIII es un puto infierno si no tienes la guitarra) pero al cabo de dos partidas ya estábamos 100% metidos en el juego, como si estuviésemos 15 años atrás, concentrados, sin querer despistanos un instante ante el ataque incesante del equipo contrario o ante la lluvia de notas de colores que nos cae encima.
Como si no hubiese pasado el tiempo.
Bueno, realmente algo sí que ha cambiado. Que antes teníamos a un gatejo negro por ahí mirándonos y ayer tuvimos que jugar mientras ésta de aquí abajo nos mordía los cordones de los zapatos y me distraía con la muy efectiva táctica de mearse en el comedor. Os presento a la nueva miembro de la familia Calabaza. Es apenas un bebé, por eso aun no controla lo de aguantar hasta poder salir a la calle. Y encima, le espanta mucho. Esperemos que no dure.
Lo que tengo claro es que nuestros piques Wii si que parece que durarán mucho tiempo. Espero poder estar algún dia en el asilo o en los jubilados, con JC al lado, ahí los dos dándolo todo para poder hacer un papel digno con el Throught the Fire and Flames. Lo conseguiremos. Algún día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario