Y sí, fue sorpresa. Lo puedo decir sin ningún tipo de vergüenza, me la clavaron doblada, pero bien doblada...
My sister, con muy buen ojo, preparó unos banderines de Star Wars, ya que hacia poco que se había celebrado el 40 aniversario del episodio IV. Dos detallazos frikis en uno. Pedazo de mana... |
Me remito a los antecedentes: (primero se enfrió la tierra, luego se murieron los dinosaurios...) yo cumplo años el día 20 de septiembre. El mismo día que George R. R. Martin y el día antes que Stephen King, dos de mis escritores favoritos. El caso es que este año tocaba cumplir 40, esa cifra a la que la gente parece tenerle tanto pánico. En mi caso no suelo tener demasiados complejos a la edad, y además ya era algo que ya habíamos hablado con la Sra. Lantern, así que tampoco esperaba nada especial.
Así que llegó el día, y me encontré con una fiesta con la familia, mis hijos me hicieron unos dibujos preciosos, me prepararon una tarta de chocolate blanco buenísima pero cuyas calorías acabaré de quemar cuando cumpla 80, y me hicieron regalos varios. Mis padres me regalaron algo de ropa (mi madre sabe que odio que me regalen ropa, pero aun así lo hace, a sabiendas) y en casa me regalaron un juego de mesa al que le tenía echado el ojo de hacía tiempo, Mysterium, ampliación incluida.
¿Recordais aquella partida que reseñé, hace ya algunos años al Dixit? A esta me refiero. Pues este juego viene a ser como un sucesor de aquel, solo que con una vuelta de tuerca em plan película de intriga. Cada jugador representa a un medium, que deben entrar en una mansión encantada. Allí, un fantasma (otro jugador) les va haciendo llegar imágenes que deben interpretar adecuadamente, para poder solucionar el misterioso asesinato ocurrido. Vamos, como una especia de mezcla entre Cluedo y Dixit, por lo que me ha parecido entender. Muchas ganas de probarlo, este tiene pinta de ser de los que ganan jugado a la luz de las velas...
Así que nada, fue una fiesta muy bonita, pero como todos los días de cumpleaños pasó y seguí con la rutina. Como fue un día entre semana no pudieron venir mi hermana ni mi cuñado que viven en otra ciudad, así que quedamos en buscar un rato para poder vernos pronto. Y nada, así llegamos al primer fin de semana desde tan señalada fecha.
Y yo ni idea. Sí que es cierto que algún día La Sra. Lantern había hecho algún que otro gesto extraño al verme llegar cuando estaba con el ordenador, el mismo sábado al mediodía subiendo bolsas del supermercado con bebidas, que habitualmente no compramos... pero bueno, tampoco le di mucha importancia. Podría ser para alguna otra fiesta, o para algo del colegio. Sí que me extrañó, pero ¿qué me iba yo a pensar? En mi cerebro, la casilla de celebración de cumpleaños ya estaba marcada como "realizada" así que en medio de los otros cientos de cosas que siempre me rondan por la cabeza, pasó desapercibida. Supongo que pensé que ya me explicaría que pasaba.
Por la tarde me fui con los peques a casa de mis padres. Mi madre nos invitó a merendar. Mi padre había quedado con un viejo amigo y no estaba en casa. Mi madre me preguntaba si se podía venir con nosotros, se estaría un rato con los chicos y luego quedaría con una amiga. Todo muy normal, muy cotidiano.
Llegamos a casa, abro la puerta y resuena un grito "¡SORPRESA!" que casi me provoca un infarto. No se si esto sólo es una exageración poética o realmente estuvo a punto de pasar, lo digo por las taquicardias y los sofocos de calor que me vinieron al cabo de unos minutos (los 40, si ya tenían razón...). Allí estaba toda la familia al completo, mi padre (mi madre llegaba conmigo, ¿recordáis?) mi hermana y mi cuñado con mi sobrina, y también todos mis amigos, incluso los que no suelen coincidir muy a menudo. Todos, a excepción de un par de ellos que no pudieron estar allí por compromisos ineludibles, participaron y estuvieron con nosotros, a su manera.
Fue una fiesta alucinante, dos mesas extensibles en el comedor dieron para sentar a más de 25 personas, niños incluidos, donde además llegaron otras sorpresas. Primero de todo, ese pastelazo alucinante:
En conmemoración del 40 aniversario de un fricazo como un servidor, solo podía servir un monumento de pastel, y así llegó nada menos que un castillo de Grayskull de fondant, realmente alucinante. Que por cierto, si os pensabais que sólo por fuera era realista...
Hace dos días me dicen que iba a comer un bizcocho verde con nata gris, y me da un ataque de risa |
Mientras comíamos llegaron otros regalos, mi colega V., mentor del buen metaleo y cine de acción, me regaló la edición física del mejor disco de death metal melódico, así como el blu-ray de un peliculón:
El Cuervo, con Brandon Lee (el hijo de Bruce Lee, efectivamente) y Winter's Gate, de Insomnium. |
Como si esto fuera poco, entre el resto de colegas me regalaron otro de los juegos que me tenían más encandilado, uno de esos que no puedes evitar que te entre por la vista (fácil, con ese arte precioso, al estilo pictórico clásico) y luego descubres que es un juego como la copa de un pino: Scythe.
Efectivamente, Sr. Yacon, hay que probarlo pronto. A ver si mañana puedo comenzar a leerme las instrucciones... |
Regalos de música, cine, juegos de mesa... todo lo que me gusta, y sobretodo, por estar rodeado de mi familia y todos mis amigos, fue una jornada alucinante. No, alucinante es decir poco, creo que ha sido, con diferencia, el mejor cumpleaños que he tenido nunca. Al final, resultó que sí que acabó siendo una fecha especial, pero no en negativo, sino en muy positivo.
Incluso intenté hacer una adaptación del Hobbit, con el famoso discurso de Bilbo al cumplir los 111 años, pero me salió rana (¿llevaré demasiado tiempo sin releer el libro?) y acabé agradeciendo a los presentes una fiesta tan genial de manera menos graciosa y más torpe...
Y cuando parecía que la cosa ya no podía mejorar más (¿cómo seria posible mejorar ese día?), pues aún lo hizo, y bastante. Cuando ya dimos cuenta de la comida (muy al estilo Hobbit, eso sí...) me llegó una curiosa nota de manos de la confabuladora mayor del reino, la Sra. Lantern:
"Hola (...), te han encomendado una misión y debes cumplirla. ¡Te espero en la casa de Pentargo este sábado, con tus amigos, para poder hacer justicia! ¡Confío en vuestra valentía! ¡Nos vemos!" |
Estábamos citados en una casa misteriosa, para una misión aun más misteriosa. No tenía ni idea de que iba el tema, pero para poder llegar a tiempo tuvimos que salir pitando unos cuantos. Íbamos a ser los valientes que teníamos que investigar el misterio de Pentargo.
Llegamos pasadas por poco las diez, a nada menos que una alucinante Escape Room, de las que había oído hablar pero nunca había llegado a plantearme ir. Pero esta es mucho más que eso, nada de una habitación, es toda una casa antigua en la que a la muerte del antiguo cura del pueblo se descubrió que había sido uno de los últimos grandes líderes de una peligrosa secta satánica con tanto poder que incluso los periodistas que la habían descubierto habían sido silenciados y su trabajo anulado. Ahora esos periodistas nos pedían ayuda. Los nuevos inquilinos de la casa, cultistas cómo no, iban a abandonar la casa brevemente. En esa hora, debíamos colarnos en la tétrica casa, encontrar y fotografiar dos carpetas ocultas que contenían documentos clave y abandonar la casa antes de ser descubiertos. Y, nos indicaron, si las cosas se ponen difíciles, olvidad las carpetas, vuestra vida es lo primero. Sed sigilosos, dijeron, y tened mucho cuidado.
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Fue una experiencia alucinante. Esa hora pasó volando, estábamos con el corazón en un puño, mientras buscabas documentos, llaves que abrían puertas, códigos secretos en viejos libros. No estabas en una sala con objetos fácilmente identificables, sino que estabas en una vieja casa casi a oscuras, llena de objetos, armarios, libros, etc. Todo podía tener una pista y era fácil equivocarse, o incluso perder el tiempo buscando donde no era. Y mientras, extraños sonidos a tus espaldas, objetos que aparecían o desaparecían en tus narices, voces espectrales de niñas llamando a su madre... y hacia el final, los cultistas acechando en la casa. Alucinante, realmente alucinante. No pensaba que podía llegar a pasarlo tan bien en una actividad de este tipo.
Conseguimos salir de la casa por los pelos, habiendo encontrado sólo una de las dos carpetas, por culpa de que el tiempo se nos echó encima muy rápido. Ya he dicho que era fácil despistarse allí dentro. Tengo que admitir que aun no se cómo conseguimos saber cual de las llaves era la que abría la puerta de salida, ocupado como estaba no perdiendo de vista al cultista que nos había localizado...
Luego, hablando con los organizadores, nos enteramos que se dedicaban al mundo del cine y la creación audiovisual y que, de hecho, mucho del material de la casa había salido del set de rodaje de la (muy excelente) película Rec, de Jaume Balagueró y Paco Plaza. Película que si no habéis visto, os recomiendo encarecidamente. ¿A que da mal rollo la casa? Pues mira, en un lugar así tuvimos que meternos...
Lo dicho, un día alucinante en el sentido más amplio de la expresión, con la mejor de las compañías, unos amigos que no me los merezco, una familia fabulosa y, sobretodo, a mi Sra. esposa, que organizó toda esta pasada de celebración. Hablando de no merecer a gente, en mi caso ella es el mejor ejemplo. T'estimo!