Les yeux sans visage es un caso extraño de cine de terror. O al menos, así puede verse en la actualidad, en pleno 2019, a ya casi 60 años de su estreno. Aunque puede que la leamos como si fuese ingenua en su desarrollo, la verdad es que es una auténtica pequeña maravilla del cine de terror.
Vamos allá.
Se estrenó con gran polémica en Francia, donde el director Georges Franju dilapidó gran parte de su crédito artístico al tratar de dotar de credibilidad al cine de terror. Incluso grandes del cine de la época como Jean Luc Godard mostraron públicamente su decepción con ese extraño intento. A día de hoy, está más que reconocida como uno de los grandes clásicos del cine fantástico francés e incluso su influencia ha traspasado fronteras, llegando a aparecer homenajes a la máscara en La piel que habito de Almodóbar, Abre los ojos de Amenábar e incluso se dice que la máscara de Michael Myers de la saga Halloween (en realidad un molde de la cara de William Shatner, el capitán Kirk de Star Trek, pintado de blanco) se hizo de esa manera con la máscara de la joven en mente.
La historia trata de un célebre doctor de la alta sociedad parisina, con fama, fortuna y reputación, que perdió a su mujer cuatro años atrás y ahora tiene que sufrir la fatalidad de ver como su única hija desaparece. En realidad, es un montaje para tapar la verdad: el doctor aun vive con su hija, que sufrió un fatal accidente de tráfico que le desfiguró la cara gravemente, hasta el punto de tener poco más que ojos en su rostro (de ahí el título de la película). El doctor se ha obsesionado hasta tal punto con la pérdida de su hija que no dudará en secuestrar jóvenes que se parezcan a ella para extraerles el rostro y practicar un trasplante.
Vamos allá.
De filmaffinity.com |
Se estrenó con gran polémica en Francia, donde el director Georges Franju dilapidó gran parte de su crédito artístico al tratar de dotar de credibilidad al cine de terror. Incluso grandes del cine de la época como Jean Luc Godard mostraron públicamente su decepción con ese extraño intento. A día de hoy, está más que reconocida como uno de los grandes clásicos del cine fantástico francés e incluso su influencia ha traspasado fronteras, llegando a aparecer homenajes a la máscara en La piel que habito de Almodóbar, Abre los ojos de Amenábar e incluso se dice que la máscara de Michael Myers de la saga Halloween (en realidad un molde de la cara de William Shatner, el capitán Kirk de Star Trek, pintado de blanco) se hizo de esa manera con la máscara de la joven en mente.
A ver.. ¿en que coño quedamos? |
La historia trata de un célebre doctor de la alta sociedad parisina, con fama, fortuna y reputación, que perdió a su mujer cuatro años atrás y ahora tiene que sufrir la fatalidad de ver como su única hija desaparece. En realidad, es un montaje para tapar la verdad: el doctor aun vive con su hija, que sufrió un fatal accidente de tráfico que le desfiguró la cara gravemente, hasta el punto de tener poco más que ojos en su rostro (de ahí el título de la película). El doctor se ha obsesionado hasta tal punto con la pérdida de su hija que no dudará en secuestrar jóvenes que se parezcan a ella para extraerles el rostro y practicar un trasplante.
Lo que pronto sorprende al espectador es que el supuesto "monstruo" es en realidad una adolescente aterrorizada y confusa, mientras que el amante padre que parece haber enloquecido en la necesidad de satisfacer a su hija, en realidad el auténtico villano de la cinta, un doctor loco en el sentido más amplio de la expresión, que sólo la utiliza como un medio para perfeccionar sus técnicas "futuristas" para hacer avanzar a la ciencia. Pronto, hasta la pobre muchacha se ha dado cuenta de eso.
De AHMagazine |
El pérfido doctor está acompañado por su ayudante y enfermera, una siniestra mujer que se encarga de secuestrar a las chicas. Una mujer que, por cierto, fue la primera receptora de un rostro que no se acabó rechazando, cosa que no deja de pasar con la hija del doctor. Esta pérfida mujer, se debate entre la lealtad a quien le devolvió la belleza y el horror de los actos que ambos realizan.
La cinta transcurre lenta, lentísima, entre la frialdad del doctor que no duda en continuar con sus experimentos a expensas de la fragilidad mental de su hija. La escena del primer trasplante de cara, del que se escatiman pocos detalles, dura seis largos minutos en los que la operación se muestra con fría efectividad quirúrgica. En el festival de Edimburgo hubo incluso desmayos, que llevaron al director francés a aprovechar la ocasión para tirar una puyita a los escoceses, diciendo que "ahora entiendo porqué llevan falda". Uno puede ser un buen director y hacer buenas cintas, pero no es incompatible con ser un gilipollas, dicho sea.
Aunque la cinta tenga una trama policial simplona y más basada en las casualidades que en el trabajo de investigación y que el final sea tan simbólico (cada personaje que muere, lo hace relacionado con sus acciones pasadas) y metafórico (la evasión de la protagonista, junto a los pájaros que libera de la jaula) no deja de recordar a un tremendo deus-ex-machina en el que la la influencia de los dioses castiga a los malvados y recompensa a los justos.
Pero una crítica con la visión del 2019 a un film rompedor de 1960 la verdad es que no puede ser objetiva. Hay que saber verla con los ojos del espectador de la época, sin dejar llevarse por los clichés al cine de terror, como aquél crítico de cine que al decir que al hacer una crítica positiva casi perdió su trabajo. Independientemente del género, es una preciosa y angustiosa película, que trata más sobre la obsesión, la pérdida y el dolor que sobre el terror en si mismo.
Si os gusta el cine europeo fantástico, sobrio y efectivo, pronto os encontrareis perdidos en medio de esa preciosa fotografía llena de luces y sombras, mirando de lejos a una pobre chica llorando en el suelo, que solo quería ser como antes para poder abrazar a su novio una vez más.