Hoy estreno una sección, una especial que tenía ganas de meter en el blog, de una manera o de otra. Perdonad la chorrada del título, quería meter de alguna manera graciosa esa expresión tan manida por las redes como "Es de los nuestros" refiriéndose a un famoso que abiertamente declara (o declaró) ser aficionado a algo de lo que hoy en día le llamarían una afición friki o nerd, en función del país. Y mira, me ha salido el lado western. La verdad es que a mi esa expresión me suena a complejo de inferioridad, como si pudiéramos salir del hoyo en el que estábamos escondidos gracias a que alguien ha podido llegar a ser famoso a pesar de sus aficiones... pero como decía, ya está tan usada que lo único que puedo hacer es agitarla con algo de gracia y pasar de tonterias.
Aunque no soy especialmente mitómano en estas cosas, lo de hoy es un homenaje a un actor al que le tengo un particular aprecio, el británico Peter Cushing, más conocido en la ficción como el Dr. Frankenstein, Sherlock Holmes, el Dr. Who, el Dr. Van Helsing o Grand Moff Tarkin, entre otros. No está nada mal como curriculum, ¿eh? Eso sin contar una gran cantidad de papeles para la Hammer.
Peter Cushing nació en Londres el 23 de mayo de 1913. Desde su más tierna infancia se sintió atraído por la actuación, debido a su tía favorita, una conocida actriz de la época. Su primer trabajo fue de ayudante de agrimensor (lo que hoy seria un topógrafo, pero en versión manual) como su padre. Mientras comenzó a actuar en el teatro amateur, hasta que se mudó de nuevo a Londres, con una beca para la escuela municipal de música y drama. En 1939 viajó a Hollywood para rodar El hombre de la máscara de hierro, que sería la primera de muchas películas tanto en América como en el Reino Unido, sólo interrumpidas por la segunda guerra mundial, en la que estuvo sirviendo en la Asociación de Servicios Militares de Entretenimiento.
De vuelta de la guerra, comenzó a hacerse una cara conocida en la televisión británica, apareciendo en multitud de películas. Hasta que a finales de 1950 comenzó su legendaria asociación con la Hammer Productions, una compañía cinematográfica inglesa que se especializó en películas de terror gótico, especialmente en nuevas versiones de los clásicos de la década de 1930. Su presencia en estas películas fue tan constante que incluso cuando la compañía dejó la hacerlas, Cushing continuó aceptando papeles similares que se le ofrecían.
Igualmente, en la década de los 80, participó en 16 episodios para TV de la serie Sherlock Holmes, repitiendo en la película Sherlock Holmes y las máscaras de la muerte. Su participación el las películas del Dr. Who (con poco que ver con la serie de TV) a dia de hoy se estudian como una anécdota, a pesar de que el fracaso en taquilla de la segunda canceló los planes para la tercera. Ni siquiera se mencionan en su biografía.
Otro bombazo llegó en 1976, cuando a pesar de que se le consideró para el papel de Obi Wan Kenobi, acabó siendo el Almirante Grand Moff Tarkin en Star Wars: Una nueva esperanza. Su papel en la saga (saltándose el pastiche que hicieron en Rogue One, del que hablaremos otro día) es fascinante y siempre me ha extrañado que nunca exploraran más esa relación de amistad que el frío y calculador Tarkin mantiene con Lord Vader. Le habla de tu a tú, a un temible gigante cyborg, remedo de Nazgûl de space opera, al que incluso se permite darle órdenes sin que ello tenga consecuencias para su persona. Posteriormente, veremos como Vader no responde ante nadie excepto al emperador, y es alguien con quien no tiene amistad, sino forzada obediencia. Es fascinante la extraña relación que ambos personajes mantenían, de la que luego parecen haberse olvidado los guionistas.
Cushing declaró que le costó hacer su papel de ruin y manipulador con una persona tan dulce como era Carrie Fischer. Y como anécdota adicional, ¿os habeis fijado que nunca se ve a su personaje de rodillas hacia abajo? Por lo visto las botas militares que tenía que usar le resultaban tan incómodas que al final acabó rodando sus escenas (con el permiso de Lucas) en zapatillas.
Y explicada ya su vida y milagros... ¿A santo de qué el artículo? No sólo por ser un actorazo como la copa de un pino. Además Peter Cushing era un gran aficionado al miniaturismo. Y no son rumores, está más que documentado. De hecho, mirad, mirad...
Así es, amigos. Tenía una gran afición no sólo por los juegos de guerra (en el video hablan de Little Wars, un juego creado por H.G. Wells, el cineasta... con un subtítulo bien machista, incluso para la época; "un juego para niños de 12 a 150 años y para esa clase de niñas inteligentes a las que les gustan los juegos de niños"... tela marinera...) sino especialmente por el miniaturismo, afición que conservó desde su infancia.
Cushing, que siempre estuvo muy unido a su esposa Helen, no dudó en cambiar su residencia de Londres cuando los problemas respiratorios de ella se agravaron, decidieron abandonar la ciudad (Helen dijo que Londres olía a "humo y comida ráncia") y mudarse cerca del aire fresco de la costa de Whitstable, donde habían pasado alguna temporada en casa de unos amigos, para que ella pudiera mejorar su salud. Al parecer, con el cambio de domicilio fue imposible encontrar sitio para la basta colección de miniaturas que Cushing guardaba en su "habitación de juegos" (Playroom) de la tercera planta de su domicilio londinense y tuvo que vender la mayor parte en una casa de subastas en 1969.
La muerte de Helen por enfisema en 1971 fue un golpe durísimo del que no pudo recuperarse completamente. Tanto fue así que incluso tuvieron que reescribir algunos papeles, debido a su demacrado estado, pasando de tener que ser el padre de la protagonista a finalmente ser su abuelo, por ejemplo. Las primeras navidades sin su mujer, un buena amigo y eterno compañero de rodajes se encargó de tenerlo siempre cerca para que no le faltase compañía en fechas tan señaladas. El amigo era otro gigante de la actuación, el gran Christopher Lee, del también pronto hablaré en esta sección.
Dos actorazos que se encontraron repetidas veces en los films de la Hammer. |
Peter Cushing murió el 11 de agosto de 1994 a la edad de 81 años en Canterbury, Inglaterra. Por suerte, su prolífica carrera de actor nos ha dejado muchos pedazos de su talento en una extensa filmografía.
Sirva este post como pequeño homenaje. El gran homenaje espero poder hacerselo el día que mis hijos sean lo suficiente mayores como para sentarme con ellos a ver alguna de sus películas y descubran que antes de los efectos especiales millonarios había un gran cine fantástico. Fantástico en todos los sentidos.