(Vuelvo a llegar tarde, menos mal que me voy apuntando las cosas...)
Poco, muy poco de el día 26. Tan solo montar minis y imprimar minis. Eso sí, con una novedad al respecto.
Recuerdo cuando comencé con la afición del... ¿miniaturismo? ¿modelismo? hace ya una burrada de años (¡décadas!), cuando no sabía lo que era imprimar. Entonces abrías tu maqueta, separabas las piezas y a pintar. Así, a lo bruto. Luego, llegó el amigo Yacon con un una flamante caja de Warhammer 5ª edición, con lo que nos acabamos liando todos, conseguimos nuestros libros de ejército y ahí recomendaban imprimar, es decir, darle a la miniatura una capa de pintura en spray, muy fina, para facilitar que la pintura posterior, ya definitiva, se agarrase mejor. Y me compré mi primer bote de pintura. Blanca.
Aun conservo el spray, no se bien porqué |
Al cabo de un tiempo llegó la pintura negra, que no me gustó nada. No me dejaba ver los detalles de la miniatura y luego quedaba muy oscura. En cambio, a algunos amigos y colegas de batalla les encantaba e imprimaban en negro hasta a la hechicera elfa, blanca blanquísima, con su vestido níveo. En cambio yo solo la he usado para miniaturas con mucha armadura que se adivinase poco o nada brillante. Es decir, no muertos y caos, depende de la figura.
Pero oh maravillas, hace unos días, justo cuando comenzaba a hablar en los DLC de imprimar miniaturas, se me acabó la imprimación blanca y, aprovechando un pedido indispensable (de verdad), añadí un bote de imprimación. Gris. Toda una novedad para mí, pero que me ha dejado encantado. Le da un color un poco oscuro, pero que conserva los detalles a la vista. Y, me imagino, no dará problemas con los todos. De momento, encantado.
Lo se, he descubierto la sopa de ajo... pero oye, que no se nace enseñado.
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