Antes de que acabe el año tengo que hacer por lo menos un par de posts que tenía muy atrasados. Uno de ellos es este, proveniente de cuando en las vacaciones de verano me dediqué a ver algunas películas clásicas de terror.
Me encanta este cartel |
Frankenstein meets the Wolf Man o Frankenstein contra el Hombre Lobo (por lo visto en castellano tiene que quedar claro que hay un enfrentamiento, no sea que a la entrada del cine alguien piense que ambas criaturas habían quedado para tomar el té) es una muy curiosa aunque extraña película que sirve de continuación tanto a El Hombre Lobo (1941) y El Fantasma de Frankenstein (1942), ambas de Universal (recordad, ahora estamos en tierra yankee, olvidad a la Hammer). Por lo tanto entramos de lleno en el muy popular género de las películas de cruces, tan de moda ahora pero que por aquellas fechas no era nada habitual. De hecho, corre el rumor que el guionista Curt Siodmak bromeó en una comida de trabajo con el productor (y ex-actor y director también) George Waggner acerca de que tenía una gran idea para hacer una nueva película de la saga de los monstruos que le permitiría poder cambiarse el coche. Por lo visto, Waggner, que no era una persona con mucho sentido del humor, abandonó la comida después de oir el título. Posteriormente, llamaría al guionista para decirle que ya podía contar con ese coche nuevo. Así que este último, extrañado, comenzó a preparar el guión.
Y el guión, sigue un esquema de desarrollo clásico de cine de terror, tal y como lo vemos hoy. No de le falta de nada, comenzando por la tétrica (y preciosa, qué bien le queda el blanco y negro) escena de la irrupción de los asaltadores de tumbas al cementerio donde está enterrado, que no muerto, el hombre lobo, hasta el esperadísimo combate final, todo un desenlace abierto de libro. Entre medio, brujas gitanas, bellísimas aristócratas que no saben en que berenjenal se meten, laboratorios en ruinas, científicos locos, pueblos con encanto pero con habitantes desquiciados que guardan horcas y antorchas bien a mano, por lo que pueda pasar. No falta nada.
Igual podría decirse que el numerito musical podría tener un encaje algo forzado. Pero es una película de su época, como todas claro, pero en esa época en concreto supongo que cosas así se daban por sentadas. Y en el peor de los casos, nos ayuda a entender el ataque de impaciencia del bueno del licántropo, que ya tiene que ser complicado no acabar transformado y frenético perdido ante tanto tralarí tralará tirolés, justo cuando lo que tu buscas es la cura y no un espectáculo de fiesta mayor. Santa paciencia a veces...
Mención especial para Bela Lugosi en el difícil papel del monstruo de Frankenstein, en especial si pensamos que se supone (aunque no se haga mención a ello, cortesía de una primera reacción del público muy negativa) que el guión indicaba originariamente que el monstruo estaba ciego como consecuencia del transplante de cerebro de la película anterior de la que proviene. De ahí los brazos alzados y oscilándolos en el combate. Con más de 60 años Lugosi hizo un tremendo esfuerzo para estar a la altura, aunque sufrió episodios de agotamiento que le obligaron a usar extras en determinadas escenas.
También poner en valor la interpretación de Lon Chaney como el hombre lobo, primero angustiado e impaciente por encontrar una cura a su condición, pero una vez transformado salvaje e iracundo. En el combate final el actor se sube a los muebles para lanzarse, cae derribado al suelo pataleando para levantarse al momento, gruñe y rabia.
En resumen, si buscáis cine de terror clásico no puedo dejar de recomendaros esta cinta. Hay que tener en cuenta que cumple lo de clásico para bien y para mal, lo que no quita que no pueda disfrutarse. Un servidor no se cansa de ver esos primeros minutos en el que ese par de desdichados rufianes entran un en un cementerio abandonado, en una fría noche, dispuestos a robar a los muertos. Esa escena es maravillosa. Todo lo que sigue, también.