miércoles, 31 de julio de 2019

Videojuegos arácnidos

Ayer me pasé ha hacerle una visita por casa al Sr. J. Cosas de las vacaciones de verano, tenía a las dos calabacillas mayores conmigo, en lo sucesivo C1 y C2. Así que intenté que se distrajeran con los gatos mientras el Sr. J. y yo hablábamos de cosas "serias"...

... lo que evidentemente no funcionó. El Sr. J. es todo un nerd de la tecnología, con lo que su casa hacía demasiadas cosas fascinantes como para interesarse por un simple (lo siento Neo) felino. De repente, algo perturbadoramente misterioso llamó su atención. A la pregunta de "¿¿Tu tienes videojuegos??" de C2 (iluso), J. encendió el objeto que había despertado la intriga, un extraño aparato arcano llamado... Playstation.

Esta no es la suya. Creo que se la compró después de que yo les enseñara el trailer de Star Wars: Battle Front y después me rajara, para irme dando palmas al juego de mesa de Imperial Assault...

En casa apenas han tocado los videojuegos. Tenemos una Wii muerta de asco, que probaron un día pero que aun no tienen destreza para aprovechar y yo tengo guardada a buen recaudo una SuperNintendo que probaron por encima, sin que el resultado fuese muy diferente del de la Wii.  Tal vez por la falta de práctica, que tampoco tengo ninguna intención de que se corrija con demasiada celeridad. Total, que saben que son los videojuegos, pero casi nunca han jugado. Lo que no quita que sientan fascinación y que, de vez en cuando, en alguna fiesta infantil cuando se enciende alguna (¿pero quien fue el lumbreras que puso una tele y una Play en una sala de juegos infantil de alquiler por horas? ¿que querían, no gastar la piscina de bolas?) se queden maravillados ante la pantalla y toquen el mando (cuando pueden) como quien toca el brazo incorrupto de Santa Teresa. Mágico. Fascinante...

Vuelvo al presente. Así que cuando el señor J. no sólo encendió su PlayStation 4 sino que les dejó jugar (¡!) la adrenalina se disparó al instante. El juego elegido fue Marvel's Spiderman, que me dejó casi tan alucinado como a las calabacillas...



Hiperrealismo absoluto. Trepas por edificios en los que ves tu reflejo en los cristales y en función del ángulo incluso puedes ver el interior del edificio. Dicen (aun no me lo creo) que es una recreación de Nueva York real, en la que puedes moverte con tus telarañas como si estuvieses en la auténtica. Muy impresionante.

Mis hijos eran todo un espectáculo. Pasaban de caer de rascacielos justo encima de un viandante (C2) y empujar a uno sin querer hacia un montón de basura (C1) a encadenar auténticas ondanadas de hostias a los villanos de Kingpin como si nada (o C2 le cogió en truco rápido o el tema del combate es muy mejorable en el juego).

El caso es que, incluso ante la maravilla de la técnica que tenía delante, no podía parar de pensar en cómo habían cambiado los videojuegos del trepamuros desde que yo tuve mi primera consola, la muy sufrida Master System II de Sega, 8 bits de pura creatividad y mucha imaginación con la que complementarlos. Entre los juegos que me regalaron aquellas navidades (no hubieron nuevas adquisiciones en lo sucesivo) estaba el Spider-Man vs. the Kingpin, de 1990. Y creedme, no es exactamente lo mismo...



Y no estoy diciendo que fuese un mal juego, para nada. A pesar de que no tenía buena fama entre otros poseedores de la consola, ya que costaba cogerle el tranquilo al principio (buen ejemplo es el acceso al primer edificio, con los dos policías disparando y gente pegando desde las ventanas... cuanta violencia) la verdad es que era un juego lleno de opciones, donde podías quedarte sin fluido para el lanzaredes que podía reponerse haciendo más en casa con ingredientes que había que comprar, y para tener dinero tenías que hacer fotos de los villanos que poder vender al Daily Bugle. Había que descansar para recuperar fuerzas desde la paliza anterior que te habían pegado los malos. Podías utilizar la telaraña para inmovilizar o balancearte, también tenías el sentido arácnido, etc. Luchabas contra Kingpin y una amplia retahíla de villanos conocidos: el Dr. Octopus, El Duende, Veneno, Sand-Man, Electro, el Lagarto, etc. de Muchas opciones en solo 8 bits, que me temo que no todos supieron valorar de manera justa. Este fue todo un reto de acabar, pero recuerdo la sensación de haber logrado algo importante cuando lo logré. Ese maldito Electro...

Esto mismo, sí...

Pues lo dicho, que por culpa de mis calabacillos tanto J. como yo acabamos sintiéndonos muy mayores. Yo por el videojuego que me hizo recordar. Y J. porque cuando los peques se enteraron de que había visto las películas de Star Wars en el cine, cuando se estrenaron, hicieron una "Uuaaaalaaaaa..." al unísono que dejaron la moral del pobre anfitrión por los suelos.

Estos niños... ya creceréis, ya... no os preocupéis, que os la devolveremos doblada...

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