sábado, 4 de noviembre de 2017

Star Trek: Discovery

Si hay algo que tengo claro es que a mi me pierde la nostalgia. Pero lo curioso del caso es que no soy nostálgico de tiempos mejores, no volvería a aquella época, aunque me encante recordarla, o al menos la parte de ella que me gustaba. Sin entrar en demasiados detalles (no voy a exponer mis vida por internet, ¿quien os habéis pensado que soy, un youtuber famosete de esos?) una parte importante de lo que soy ahora proviene de entonces. Mis aficiones, mi manera de ver las cosas, supongo que mi personalidad, bla, bla, bla. Pero una cosa la tengo clarísima, aunque algo como los servicios de vídeo por streaming como Netflix, HBO o similares sean una pequeña maravilla que me hubiesen vuelto loco en aquella época, hay algo que no soporto, aunque no sea del todo culpa suya. Pero no ayudan. Temporadas enteras de una serie, de golpe, desde el primer día. Ala, venga. Es como si al yonkie le dicen: "Toma, la droga de dos semanas, así nos ahorramos los viajes y eso". Y sobredosis al canto. Igual no es el ejemplo más políticamente correcto, pero las series enganchan, vaya si enganchan. A su manera, pero son como una adicción. 

De Elmeme.me. A esto me refería yo precisamente.
Y que conste que soy relativamente inmune a esto. Yo siempre he sido de los que me he comido estoicamente la parte del plato que no me gustaba para dejarme hacia el final lo que más me apetecía y así poder disfrutarlo sin molestias. Y si hablamos de un postre, como sea de los que más me gusta, la calma con la que me lo como podría definirse como lujuriosa. Cuando algo es bueno, hay que hacerlo durar. Eso lo he tenido siempre claro y pocas han sido las veces que una serie me ha hecho perder mi cadencia de (si puedo) un episodio diario. Recuerdo Dexter (esa extraordinaria primera temporada) y retrocediendo ya mucho, Babylon 5, cuando la veíamos en cintas de VHS de importación que los amigos iban consiguiendo como podían. Pocas veces más.


Aun así, admito que echaba de menos ese episodio semanal de mi infancia, esa cita ineludible con la serie que te tenía enganchado a la caja (entonces no tan) tonta, llámala V, el Dr. Who, McGyver o El Cuentacuentos (próxima reseña). Si te lo perdías, lo perdías para siempre. Y en mi caso solía pasar, que no siempre podía verse la tele en mi casa, solía estar muy racionada y intentar saltarse la cartilla podía acabar siendo peligroso. Pero si podías, era un momento mágico... así como odioso era el momento en el que acababa el episodio, dejándote siete días más con la intriga, con el final en punta clavado en la memoria. Te daba tiempo de recordarlo, hablarlo con los amigos, establecer mil teorías absurdas... hasta que volvía a llegar el día y volvías a por dosis, religiosamente. Soy muy consciente que soy de los pocos que piensan así. Sin ir muy lejos, la Sra. Lantern es de las que se puliría una temporada en una noche, si pudiera. Y me consta que lo ha hecho. Pero que queréis que os diga, cada uno disfruta de sus aficiones a su manera. Y a mi no me gusta correr.

Así que cuando Netflix anunció que emitiría en exclusiva (fuera de EE.UU y Canadá) la nueva serie de Star Trek, y que además lo haría con cada episodio 24 horas después de su emisión en la CBS, pues fue un notición. Una serie que tenia muchos números de gustarme, a una cadencia clásica. 


Con Star Trek tengo una historia curiosa, sin causarme la fascinación que me causó el space opera de la trilogía clásica de Star Wars, pude ver unos cuantos buenos episodios de la nueva generación cuando los emitían por TV3. Luego me enteraría por el Sr. J, trekkie de toda la vida, que fui a pillar los mejores, pero por el motivo que fuese me gustaron mucho. A partir de ahí, es una historia de amor discontinua. La emisión de las nuevas series de Star Trek era complicada, el público potencial era escaso y los seguidores le ponían ganas pero no conseguían apenas nada. Recuerdo empezar a ver con ganas Deep Space 9 para verla desaparecida de la emisión a los pocos capítulos. Para más inri, Antena 3 conservaba los derechos, pero no los ejercía. En el cine la situación no era mejor, si no corrías mucho podías quedarte sin ver el nuevo estreno. Eso si llegaban a entrenarla en mi ciudad (que a veces no pasaba). Un panorama nefasto.

La nueva serie está siendo lo que le da un poco de vidilla a los lunes. Así que consigo tener a la jauría en la cama (dicho con todo el cariño del mundo, que conste) y la casa aceptablemente recogida, conecto Netflix y me pongo el nuevo episodio. Y los estoy disfrutando mucho, la verdad. Y no solo porque a mi modo de ver sea una muy buena serie, sino porque me permite saborearla sin prisas. Aunque quisiera, no puedo ver otro episodio después. Y me encanta.


Sobre la serie, pues creo que ya ha quedado claro que la recomiendo. Ciencia ficción de TV, clásica pero con un toque de efectos especiales adecuado, sin pasarse demasiado. Tendrá buen presupuesto, pero sigue siendo una serie y no una película. Tiene buenas críticas y parece que gusta, en general. Eso sí, al sector más conservador de los trekkies, sobretodo los más intransigentes, parece no haberles gustado mucho. Se quejan de que no tiene el aspecto de estar antes en el tiempo que la serie original (menos mal... si no no la miraría ni el quico) y sobretodo se seguir con la estela se las nuevas películas, más acción, más efectos y menos sabor a ciencia ficción clásica, pausada y reflexiva.

Que queréis que os diga, sin ser un gran fan de J. J. Abrams, al que considero un vendedor de humo sin vergüenza (nótese el espacio), creo que el quiebro de cintura que hizo con las dos primeras películas de la última trilogía (ignoro el bodrio de Beyond, poco más que uno de los episodios mediocres de cualquier serie, pero con mucho presupuesto y efectos especiales) fue astuto para relanzar una franquicia en declieve, aunque levantase ampollas. Si tenía que salir una nueva serie, tenía que aportar algo nuevo y no lo de siempre, que no solo ya está muy visto, sino que para los patrones actuales sería aburrido. 

Había que innovar. Y esta serie innova, y vaya si lo hace. Igual incluso a ratos, uno puede quedarse con la sensación que mucho. Ese motor de esporas que sabemos que no llegará a ningún sitio (no sale en la serie clásica, así que...) tiene un aspecto de tecnología super-punta muy sorprendente. Igual que el chocante estatus de la protagonista, el hijoputismo generalizado que respiran algunos personajes o algo tan normal y tan corriente como personajes homosexuales haciendo vida normal, en público y en privado. En la serie clásica (hija de su tiempo) sería impensable que algo así se emitiese por antena. Supongo que la visión de lo que debería ser una utopía varía mucho con el tiempo.

Pues eso, lo dicho. Buena serie, si sois capaces de verla con calma, tenéis una buena oportunidad. Si no, podéis esperar un par de meses y tendréis ya todos los episodios disponibles. Por no decir que ya se ha confirmado la segunda temporada. Tendremos Star Trek para rato. Engage!



2 comentarios:

  1. La veritat és que no sóc trekkie de tota la vida. Vaig descobrir Star Trek molt més tard que Star Wars ( aquest si que podríem dir "de tota la vida" per que és de les primeres sino la primera pel·lícula que sóc capaç de recordar). Star Trek en canvi, el vaig descobrir de jove, quan feia 1r de BUP, però ja era la segona pel·lícula del seu pas per la gran pantalla (Star Trek II: la ira de Khan). Es a dir, no havia vist absolutament res de ni la sèrie clàssica, ni la 1a pel·lícula. I va coincidir que em van comprar el vídeo VHS i va ser la primera pel·lícula que vaig gravar. Que abuelo ja contant batalles... En fi, em va encantar, després va venir la sèrie clàssica per TV3, i com es sol dir, la resta és història....
    Senyor J

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es que aixó de "de tota la vida" es una manera de parlar. En el meu cas, es des de que et conec, imagina't si ets trekkie de fa dies XD

      Eliminar